Llegó el momento: me puse un poco sentimental y les voy a contar la historia de Himogenes.
Para los que no lo saben (que a esta altura creo que ya son pocos), me llamo Bárbara, tengo 36 años y un hijo de un año y medio.

Himogenes era el nombre de un personaje ficticio al que yo le escribía lo que me pasaba en los cinco años en los que viví afuera del país. Como escribir un diario normal no me salía, cuando apareció Himogenes me nacieron ganas de contarle lo que sentía y pensaba.

La etapa nómade terminó y volví a Buenos Aires, al Parque Chas de mi infancia. Tenía la cabeza llena de ideas nuevas y un montón de ganas. Las experiencias de los últimos años me habían convencido de dos cosas: por un lado, necesitaba trabajar de algo que me permitiera tener tiempo para terminar mi carrera universitaria. Y por otro, no quería tener jefes: había probado la libertad, la independencia y la autonomía económica y ya no iba a poder abandonarlas.
Así fue como decidí fabricar mis primeros 5 buzos de plush (¡solo 5!). Amo el plush, lo amé toda la vida. En este punto es cuando tengo que agradecerle a @eva_pianca 

También me re acuerdo  la primera vez que una amiga me dijo:
“¡no sabés! Ayer, en el subte, había una chica con un vestido tuyo”. 

Hasta que un día, de manera bastante abrupta, la policía nos echó de la calle. Había que reformularse.
Con varios de los amigos que había hecho en esos hermosos tiempos de ferias pasamos de compartir mates, sánguches, abrigo y compañía a compartir algo mucho más fuerte: la convicción de que ahí no podía terminar la historia. ¿No podíamos vender más en la calle? Bueno, teníamos que inventar algo. Algunos de esos amigos empezaron a hablar de alquilar un local y replicar la filosofía con la que veníamos trabajando. Era arriesgado, había mucho para perder. Lo hicieron igual. 

La organización nos permitió armar algo más grande. Por fin pudimos vivir de la indumentaria. No dependíamos de nadie. Éramos terriblemente felices (¡y jóvenes!). 

Teniendo un espacio en el que Himogenes podía estar presente todos los días y no solo los fines de semana me generó más ganas de arriesgarme. Junté plata (pedí prestada, usé ahorros, ¡todo lo que pude!) y armé mi primera producción grande, lo que me permitió hacer las primeras ventas por mayor al interior del país.

Ese fue otro gran salto: hasta ese momento para mí siempre había sido importante tener una relación con mis clientas más allá de la cuestión comercial. De hecho, muchas con el tiempo también se transformaron en amigas. Con las que estaban lejos quería que sea igual, siempre me pareció muy importante conocerlas, saber qué opinan, qué les gusta, qué críticas podrían hacer. ¿Cómo iba a lograrlo? Por suerte, para esa época algo nos cambió la vida a todos, a mí más que a nadie: aparecieron las redes sociales. ¡Ahora podía hablar con mis amigos de todas partes del mundo como si estuvieran en la casa de al lado!

Lo que antes hacía cara a cara, ahora lo hacía pantalla a pantalla, pero seguía estando al tanto de la opinión y las necesidades de mis clientas/amigas. Himogenes empezó a crecer en todo el (guardo un cariño muy especial por las primeras que confiaron en mí: les voy a estar agradecida toda la vida).#gracias 

Finalmente, el año pasado (¡12 años después de la primera prenda de Himogenes!) salió hacer una tienda online @tiendanube y más trabajo en redes sociales.

Esto me permitió seguir teniendo esa relación cercana que había tenido primero con mis clientas en la calle y luego por mayor, pero ahora con ustedes, que forman parte de la comunidad Himogenes en todas las provincias argentinas. Me interesa más que nunca saber cómo les queda, qué les gusta, qué no les gusta, qué podemos mejorar. También se sumó @vaneraik1 mi hermana, una mano invalorable para que el mundo Himogenes pueda seguir creciendo con independencia y autogestión.

Bueno, no los quiero aburrir más. Solo les hago una pregunta:

¿qué nos deparará el futuro? ¿Qué sorpresas tendremos por delante? Quien sabe y eso lo hace divertido.